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Desde joven, tuve el privilegio de crecer en Río Gallegos, donde el frío me enseñó a apreciar la calidez de los pequeños momentos y a forjar mi carácter. Sin embargo, mi corazón siempre perteneció a mi provincia natal, donde regresé para desarrollar mi vocación y formarme como profesional. Fue allí donde mi historia comenzó a escribirse al ritmo de la música, mi primer lenguaje.
La percusión fue mi primer amor y me llevó a formar parte de diversas bandas tropicales, aprendiendo que los ritmos no solo contagian alegría, sino que cuentan historias que resuenan en el corazón. Poco a poco, mi conexión con los escenarios me llevó a algo más: animar shows musicales de cuarteto y cumbia, donde la energía se transformaba en una danza de emociones compartidas. Esa pasión se convirtió en el motor que me impulsó a explorar el vasto mundo de la comunicación.
Desde que decidí sumergirme en el estudio de la locución, como quien se aventura en un nuevo océano ansioso por descubrir tesoros escondidos, comprendí que la comunicación no es solo una vocación, sino una forma de vida. Fue a los 17 años cuando descubrí mi gran amor: la radio. Desde aquel primer micrófono que tuve frente a mí, supe que ese universo inmenso era mío para explorar. A partir de entonces, cada emisión se transformó en un puente directo hacia las emociones de las personas, un canal de conexión genuina donde las palabras cobran vida y se vuelven compañía.
Presentación del Programa: LaVozUrbana
La radio y la televisión se convirtieron en mis barcos, y a bordo de ellos recorrí caminos que me llevaron a crear contenidos auténticos, a conectar con audiencias diversas y a crecer profesionalmente. Con el tiempo, entendí que comunicar es también comprometerse: con la verdad, con las historias de otros y con la posibilidad de generar impacto. Por eso, decidí seguir formándome, perfeccionar mi voz y afilar mi intuición para contar, transmitir y acompañar desde cada espacio que me tocó ocupar.
Este compromiso con la comunicación me llevó a vivir experiencias inolvidables: trabajé como notero para medios locales y nacionales, lo que me permitió relatar la realidad desde múltiples perspectivas, con sensibilidad y cercanía. En las temporadas de verano en Villa Carlos Paz, asumí el rol de jefe de prensa de un teatro, y también conduje eventos destacados donde la energía del público y el contacto con los artistas me reafirmaron que estaba en el camino correcto. La adrenalina del vivo, la responsabilidad de coordinar la comunicación institucional y el desafío de mantener siempre un vínculo cercano con la audiencia, me forjaron como un comunicador completo. Fui ternado a los Premios Carlos, una distinción que me honró y que valoro como un reconocimiento al trabajo constante y a la pasión que le pongo a cada proyecto. Participar en eventos, ya sea como conductor, prensa o periodista, es una oportunidad que abrazo con entusiasmo y profesionalismo, sabiendo que en cada instancia hay una historia por contar, un mensaje que transmitir y un nuevo aprendizaje por sumar.
La conducción de eventos sociales, desfiles, presentaciones de bandas en vivo y escenarios únicos han sido una constante en mi vida, brindándome la satisfacción de llevar alegría y creatividad a cada rincón. Pero como todo viajero apasionado, llegó un momento en el que los desafíos de la noche, los viajes y las giras me pidieron buscar nuevas metas y horizontes.
Así fue como decidí abrir un paréntesis en mi vida para explorar otras pasiones. Me lancé al mundo del diseño gráfico y web, transformando lo que antes expresaba con palabras y música en imágenes que hablan por sí mismas. Descubrí el arte de capturar emociones en una fotografía y de dar vida a narrativas audiovisuales que se graban en el alma. Pasé de estar frente a las cámaras a estar detrás de ellas, aprendiendo a componer cada escena con precisión y creatividad, como quien pinta un cuadro lleno de matices y sensaciones.
Hoy, con 40 años, casado con una hija hermosa, creé una hermosa familia. Mi vida está en la hermosa Formosa, una provincia que me enamoró no solo por su tranquilidad, sino también en muchos momentos de mi trayectoria. Ahora, con un emblema familiar, creamos con mi esposa Carolina Pinos, una emprendedora con muchas garras, y nos sumergimos en el fascinante universo del marketing y la publicidad, donde cada proyecto representa una nueva oportunidad para aprender y crecer.
Mi misión sigue siendo la misma: comunicar, conectar y crear. A lo largo del tiempo, la constante en mi vida ha sido el aprendizaje, y seguir estudiando ha sido el faro que me guía en este viaje interminable. Aquí deseo destacar lo importante que es la familia y trabajar juntos. Mi vida no tiene desperdicios.