Fuente: fotografía publicada en la cuenta oficial de Facebook de Yayo Sandoval
La conversación fluyó hasta internarse en su propuesta más fuerte: el impulso a la cultura emprendedora como motor de transformación social. Desde su rol en la Asociación Emprendedores Formoseños y su labor institucional, diseña políticas activas que no solo capacitan, sino que motivan. “Hay que dejar de pensar al Estado como una rueda de auxilio: debe ser una plataforma de despegue”, afirmó. En su visión, el verdadero desarrollo no viene de arriba: nace en el barrio, se fortalece con formación y se sostiene con planificación.
Los proyectos que lidera se estructuran con objetivos claros —anuales y semestrales— y un equipo de gestión técnico que articula entre sectores. “No hay progreso sin planificación. Y no hay planificación sin escuchar a la gente”, me dijo en un momento de la charla que bien podría haber sido un cierre, pero que apenas era un punto y seguido.
Cuando el tema giró hacia la juventud y la renovación política, rompió con los lugares comunes. “No alcanza con ser joven. Se necesita visión, empatía y estructura. Hay gente mayor con más apertura que muchos veinteañeros”, planteó sin rodeos. Su discurso apuesta a la mixtura, al trabajo intergeneracional, a la profesionalización de la política sin perder el espíritu militante.
Sobre el final, hablamos del legado. De lo que queda después del paso por una oficina, un cargo o una lista. Yayo lo tiene claro: inspirar. “Queremos que nuestros hijos crezcan viendo que no solo soñamos, sino que laburamos por esos sueños. Dar el ejemplo no es una opción, es un deber”, dijo con una convicción que no necesita elevar el tono.
Hablamos de la infancia, de las decisiones difíciles, del rol del Estado, del valor de dar el ejemplo, de lo que se hereda y de lo que se construye con convicción diaria. Entre frases honestas, pausas reflexivas y miradas que acompañan las palabras, quedó claro que su apuesta es por una política que escuche, que abrace, que invite a soñar en comunidad. Y en esa mezcla de energía, armonía y trabajo silencioso, conocí a un político de vocación, pero también a un ser humano dispuesto a hacer de la cercanía un modo de transformar realidades.