YAYO SANDOVAL: LIDERAZGO CON PLANIFICACIÓN, POLÍTICA CON ROSTRO HUMANO


E
café de La Morocha tenía ese aroma familiar que acompaña las charlas importantes. En una mañana apacible de Formosa, me reuní con Yayo Sandoval —abogado, militante peronista y actual Subsecretario de Empleo de la provincia— para mantener una conversación profunda y abierta sobre su historia, su formación y su mirada sobre el presente y el futuro de Formosa. Con disposición y calidez, se sentó frente a mí como lo haría un vecino más: alguien que vive, piensa y trabaja por su comunidad, sin pretensiones ni distancias.

Su historia no arranca en las listas ni en un escritorio. Empieza a los 12 años, con una militancia temprana forjada en la familia y en el territorio. “No fue una elección de rebote. Siempre supe que la política no era una bandera, era un modo de vivir”, me confesó mientras revolvía el azúcar con gesto concentrado. Su compromiso, lejos de la teatralidad, se sostiene con acciones concretas: desde 2017 ocupa cargos clave en la gestión provincial, siempre con una mirada puesta en el desarrollo humano y productivo de Formosa.

Uno de los puntos más enriquecedores de la charla fue su enfoque sobre el equilibrio personal como base de toda función pública. Habló de alimentación consciente, de la lectura nocturna, del ejercicio como rutina, y del espacio familiar como sostén emocional. “El bienestar personal no es un lujo, es una responsabilidad. Si no estás bien, no podés liderar ni acompañar”, reflexionó con serenidad. No se trata solo de cuidar el cuerpo, sino de afilar el alma para las decisiones difíciles.

Fuente: fotografía publicada en la cuenta oficial de Facebook de Yayo Sandoval


La conversación fluyó hasta internarse en su propuesta más fuerte: el impulso a la cultura emprendedora como motor de transformación social. Desde su rol en la Asociación Emprendedores Formoseños y su labor institucional, diseña políticas activas que no solo capacitan, sino que motivan. “Hay que dejar de pensar al Estado como una rueda de auxilio: debe ser una plataforma de despegue”, afirmó. En su visión, el verdadero desarrollo no viene de arriba: nace en el barrio, se fortalece con formación y se sostiene con planificación.

Los proyectos que lidera se estructuran con objetivos claros —anuales y semestrales— y un equipo de gestión técnico que articula entre sectores. “No hay progreso sin planificación. Y no hay planificación sin escuchar a la gente”, me dijo en un momento de la charla que bien podría haber sido un cierre, pero que apenas era un punto y seguido.

Cuando el tema giró hacia la juventud y la renovación política, rompió con los lugares comunes. “No alcanza con ser joven. Se necesita visión, empatía y estructura. Hay gente mayor con más apertura que muchos veinteañeros”, planteó sin rodeos. Su discurso apuesta a la mixtura, al trabajo intergeneracional, a la profesionalización de la política sin perder el espíritu militante.

Sobre el final, hablamos del legado. De lo que queda después del paso por una oficina, un cargo o una lista. Yayo lo tiene claro: inspirar. “Queremos que nuestros hijos crezcan viendo que no solo soñamos, sino que laburamos por esos sueños. Dar el ejemplo no es una opción, es un deber”, dijo con una convicción que no necesita elevar el tono.

El café se enfrió, sí, pero lo que quedó fue mucho más que el sabor: fue la certeza de haber compartido un momento valioso. Esta no fue una entrevista más, sino un encuentro auténtico donde las palabras circularon sin filtro y la política se mostró desde un costado humano, cercano. En un contexto donde los discursos suelen ser vacíos o acartonados, escuchar a Yayo Sandoval fue encontrar a un funcionario que no repite slogans, sino que reflexiona; que no busca lucirse, sino generar impacto real. Un dirigente que entiende que gobernar también es escuchar, acompañar y construir desde el compromiso diario.

Hablamos de la infancia, de las decisiones difíciles, del rol del Estado, del valor de dar el ejemplo, de lo que se hereda y de lo que se construye con convicción diaria. Entre frases honestas, pausas reflexivas y miradas que acompañan las palabras, quedó claro que su apuesta es por una política que escuche, que abrace, que invite a soñar en comunidad. Y en esa mezcla de energía, armonía y trabajo silencioso, conocí a un político de vocación, pero también a un ser humano dispuesto a hacer de la cercanía un modo de transformar realidades.